Recrear la atmósfera de la Francia del siglo 15 no es tarea fácil para cualquier director, más si se trata de retratar la forma de ganarse la vida de los mosqueteros que sirven al rey Luis XIII.
En “Los Tres Mosqueteros: D’Artagnan”, esa Francia dividida por guerras internas y asediada por fuerzas del exterior se puede palpar bajo la óptica del director Martin Bourboulon.
El público gustoso de películas de época seguramente que acudirá a la taquilla del cine para comprar sus entradas, a partir de este 20 de abril, y disfrutar de este manjar fílmico que cautiva, no solo por la historia de intrigas, muerte, venganza y traición que plantea Bourboulon, basado en el clásico de Alejandro Dumas, sino por el elenco de primera que trabaja en ella.
Vincent Cassel como Athos y Francois Civil como D’Artagnan se unen a Eva Green como Milady, a Romain Duris como Aramis y Pio Marmais como Porthos en una delirante cinta que hace al público viajar a esa época oscura de la Europa central, y lo convierte en un cómplice más de las correrías de estos personajes.
Algunos siniestros como el Cardenal Richelieu, cándidos como la reina Ana de Austria, personificada por Vicky Krieps o de interés romántico como Lyna Khoudri en el papel de la joven Constance Bonacieux, estos personajes se mezclan en la trama y cumplen con hacer pasar al espectador dos horas de entretenimiento.
Versiones sobre el clásico literario de Alejandro Dumas, “Los Tres Mosqueteros”, han existido con anterioridad, pero esta entrega de Bourboulon brilla por el conjunto de elementos entre los que destaca una gran producción de Zima Entertaiment y de corrida normal en Cinépolis.
La sinopsis en cartelera plantea que en medio de un reino dividido por la guerra, el joven D´Artagnan viaja a París para convertirse en uno de los mosqueteros, ahí conoce a Athos, Porthos y Aramis, la élite guardia del Rey Luis XIII, interpretado por Louis Garrel.
No falta como parte del guion, la famosa frase “todos para uno y uno para todos” a la hora de los impresionantes duelos que se ofrecen en pantalla, todo sea por unir su destino y exponer una conspiración del Cardenal Richelieu en contra de la corona.
Habrá quien se fije en los detalles de los interiores del palacio, la propia caracterización de los actores que se hacen uno con los personajes, la fotografía que también está de lujo, a cargo de Nicolas Bolduc, otros más en evitar marearse en los movimientos de la cámara al momento de las escenas de persecuciones, y no estarán mal porque la película merece un ojo que no pierda de vista esos recursos en la pantalla.