La noche del sábado, Caifanes sumó otra velada exitosa a su gira de reencuentro. En esta ocasión tocó el turno a 7,000 regiomontanos reunidos en el Auditorio CitiBanamex, quienes se dejaron llevar por la nostalgia y corearon todo el set list de la legendaria banda de rock mexicana.

El frio nocturno se quedaría afuera. Dentro del recinto regio, toda la legión caifan contenía el ansia de ver a Saúl Hernández, Alfonso André, Sabo Romo y Diego Herrera. Caifanes, una banda que no necesita nuevo disco, ni una excesiva promoción para colgar sold outs a lo largo del país.

A las 9:40, la luz se apagó y sobre la gritería sonaron los acordes de Será por eso, oscura canción de su primer disco con la que los acusaron de “querer vender ataúdes”. Parte aguas del rock nacional que en los ochentas quería reescribir la historia censurada de Avándaro.

Caifanes siguió con Viento, con aquella seguridad que te da un set list plagado de temas que la gente convirtió en himnos personales. Continuaron con Afuera, un éxito comercial de tal tamaño que muchísimos grupos la quisieran para cerrar sus conciertos.

Afuera reveló la nueva mística caifan, una versión mucho mas rockera que se auto mutiló la “guitarra latinoamericana” de Alejandro Marcovich, acortando el solo y dándole libertad al guitarrista Rodrigo Baills de reescribir el discurso que el argentino dejó.

“Esto sigue siendo un sueño que no va a terminar», diría Sabo Romo al público, respondiendo a los críticos que los quieren “jubilar”.

Los temas Miedo, Nubes y Sombras en tiempos perdidos fueron paridos por la dolida voz de Saul, cuyas heridas vocales son acariciadas por las miles de personas que, con sus coros, sostienen sus canciones.

«Siempre que hay momentos extraños, oscuros, conviviendo con sombras, es curioso como la luz que tienes adentro ilumina todo el universo”, fueron las palabras que les dedicó el vocalista a sus aliados.

Uno a uno, los temas de Caifanes fueron festejados por los regiomontanos que nos dimos cita anoche. Canciones bien conocidas, tatuadas en el recuerdo de todos.

Destacaron los bellos arreglos en Ayer me dijo un ave, el rock duro y áspero en el bloque de Metamorfeame, De noche todos los gatos son pardos y Aviéntame. Sobresale el saxofón de Diego Herrera, protagonista de la noche, que le da madurez y presencia al sonido de Caifanes.

Después de cerrar con Aquí no es así, fue el sax de Herrera quien abrió el primer encore, apropiándose de Quisiera ser alcohol. Continuaron con Nos vamos juntos, doloroso tema que tiende a hurgar en las entrañas y remover sentires… “yo te daré mis ojos para que llores”.

El último encore fue un exceso. No dejes que, La célula que explota y La negra Tomasa. Una muestra del poderío de una banda que se da lujos encima del escenario, que puede escoger entre tres o cuatro himnos para concluir y obtener el mismo efecto.

Caifanes es una rock band que, guste o no guste, envejecida, sin voz, sin nuevo disco, y un largo etcétera, sigue vendiendo los boletos que otros rockeros mexicanos no pueden. Es una realidad que ninguno tiene un set list tan fuerte como el de Caifanes; un espectáculo que cumple lo que promete: ticket a la nostalgia y la oportunidad de ser parte de un fenómeno que, en su momento, redefinió el rock nacional.

Dos horas y media de rock en 25 potentes canciones. Exitosa presentación de Caifanes y sus 7,000 vocalistas anoche en el Auditorio CitiBanamex. Muchas noches de estas para Saúl y sus aliados.

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