La decisión de no tener hijos puede estar influida por una variedad de factores personales, sociales, culturales y económicos. Esto a menudo esto se relaciona con reflexiones profundas sobre el impacto de la maternidad o paternidad en su vida, en el mundo y en la sociedad.

Y no estamos hablando de personas narcisistas, como algunos creen. Muchas de estas personas son buenas, y están realmente preocupadas por el grave deterioro del medio ambiente, un gran problema real y un peligro para todos; por lo que consideran que traer más personas al mundo podría aumentar el impacto ambiental.

Problemas como la desigualdad, la inestabilidad social, la aparente violencia imparable, y la incertidumbre económica pueden hacer que algunos piensen que el futuro no será ideal para criar más hijos.

Por si fuese poco, estas personas suelen ser mucho más empáticas y conscientes de los desafíos de la crianza. Pueden sentir que no es responsable tener hijos si no pueden garantizarles una vida plena y feliz, pues recordemos que existir no es lo mismo que vivir plenamente.

Algunos optan por ayudar a los demás, como por ejemplo adoptando, apoyando comunidades o dedicándose a causas altruistas, en lugar de enfocarse en formar una familia biológica. Algo que tiene mucho más valor moral que el estar pariendo hijos como conejos.

En la actualidad, el valor de la vida no está ligado a la paternidad o maternidad. Muchas personas encuentran un propósito mayor, y más satisfacción en otros aspectos de su vida, como sus relaciones, carreras profesionales o proyectos personales.

La sociedad ha evolucionado y ahora es más racional decidir no tener hijos, lo que abre espacio para reflexionar sobre esa opción. Tener hijos no es obligación de ninguna pareja, eso debe ser una libre elección tomada por voluntad propia.

Criar hijos requiere una gran inversión emocional, financiera y de tiempo. Muchas personas quieren evitar traer hijos al mundo si no sienten que pueden ofrecerles todo lo que necesitan. Y eso no es narcicismo, sino todo lo contrario. Estas personas están valorando la buena calidad de vida por encima de una paternidad irresponsable.

Por si fuese poco, algunas personas se sienten incómodas perpetuando sistemas que consideran problemáticos y obsoletos, como el consumismo o las dinámicas laborales que dificultan la conciliación de la vida familiar y profesional.

¿Por qué hacer hincapié en que estas personas no son malas? Porque para los fanáticos de ideologías oscurantistas conservadoras, estas personas son las malas y narcisistas, porque no ven a la familia como una fábrica de tener hijos, y a las mujeres como simples máquinas para hacer bebés, como ellos así lo ven.

La humanidad no se va a extinguir porque algunos no tengan hijos, se va a extinguir por el consumismo desmedido de nuestro mundo. Y eso es una realidad palpable y tangible. Y no nos referimos a personas de conducta “ecoísta”, esas que anteponen las necesidades de los demás a las suyas, pero de forma patológica.

Por eso mencionamos que estas personas son buenas y reflexivas, pues suelen pensar en el bienestar colectivo, y en los impactos a largo plazo de sus decisiones. Optar por no tener hijos no implica que sean menos amorosas o que no valoren la vida; más bien, refleja una forma diferente de expresar su cuidado y compromiso con el mundo.

Pues comprendieron que es mucho más importante dejar un buen legado a la sociedad, que el hecho de sólo dejarle más bocas que alimentar.

Ahí se las dejo de tarea.

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