El Ballet Nacional de Bulgaria enamoró a los regiomontanos que se dieron cita anoche, en el Auditorio Pabellón M, para ver el clásico alemán El Lago de los Cisnes.
El cuento, reinventado una y otra vez a lo largo y ancho de los escenarios de la danza clásica, llegó a la ciudad de Monterrey con fastuosos vestuarios, gran escenografía y toda su magia.
A las 7:45 pm escuchamos la ya conocida melodía de la obra, la orquesta aperturo el telón para dar entrada del bailarín principal. La escenografía, detallada y colorida, acompaño una proyección gigante que, con el paso de los cambios entre actos, daba soporte a la trama, el lago, el castillo, los bosques, etc.
Durante el primer acto, un ejército de bailarines con precisiones casi perfectas se entregaron al público. La orquesta desató los aplausos para, poco después, recibir a Odette, el cisne blanco y puro, para engalanar la noche. La bailarina principal parecía flotar en el escenario, delicada y la vez decidida en sus movimientos. El clímax de la noche se vivió con la irrupción del feroz cisne negro.
La magia de El Lago de los Cisnes nunca decepciona, siempre sorprende y el Ballet Nacional de Bulgaria lo dejo claro anoche. Una larga ovación de pie al finalizar el último acto dramático, despidió a la compañía que revivió este clásico alemán atemporal.