Cuando analizamos a profundidad el rendimiento de los Rayados del Monterrey en esta liguilla, surgen muchas interrogantes que merecen ser exploradas.
–  ¿Plantel?, No puede ser el problema, ya que cuentan con la plantilla más cara del fútbol mexicano.
– ¿Estadio?, Imposible, pues el BBVA es el recinto más moderno y estéticamente imponente del país.
– ¿Apoyo?, Definitivamente no, porque tienen a una de las aficiones más fieles y apasionadas del continente.
– ¿Técnico? Tampoco, dado que Martín Demichelis es un estratega de prestigio internacional.

Entonces, ¿qué le faltó a Rayados para conquistar el campeonato?

Sin duda alguna, la ausencia de Lucas Ocampos fue una de las claves que inclinó la balanza en contra del Monterrey. Estoy convencido de que si este jugador hubiese estado presente durante los 190 minutos de la serie, la historia sería otra. Se ha dicho que entre Ocampos y Sergio Canales representan hasta el 85% del poder ofensivo del equipo regiomontano. Lamentablemente, las lesiones no solo limitaron a Ocampos, sino que también afectaron anímica y estratégicamente a Canales, quien desapareció en los momentos clave. Esta situación dejó a Rayados sin ideas ofensivas ni herramientas para generar oportunidades claras contra las Águilas del América.

También podría hablarse de una suerte de «justicia divina» en esta liguilla. No olvidemos que Ocampos jugó 90 minutos ante Pumas en los cuartos de final cuando, según las reglas, debería haber estado suspendido. Quizá, bajo este prisma, Monterrey debió ser eliminado en esa etapa y nunca haber llegado a la final.

El rendimiento individual: una deuda pendiente

Más allá de las ausencias, hay que preguntarse: ¿qué pasó con los otros nueve jugadores de campo? Quitando a Luis “Mochis” Cárdenas, quien ofreció una liguilla espectacular salvando al equipo de al menos cuatro goles claros en la final, el resto del plantel dejó mucho que desear. ¿Dónde estuvo la solvencia defensiva de Stefan Medina? ¿Qué le faltó a Berterame y al “Tecatito” Corona para marcar diferencia? Brandon Vázquez, un delantero con gran potencial, también pasó desapercibido. El equipo careció de hambre, de esa pasión que contagia y empuja a los jugadores a dejarlo todo en la cancha.

Por otro lado, el contraste con el plantel femenil es inevitable. Las Rayadas, lideradas por una capitana como Rebeca Bernal, demostraron cómo se lucha por un título. Con puro corazón, las campeonas de la Liga MX Femenil vinieron de atrás para coronarse. Ese espíritu combativo simplemente no se vio en el equipo varonil. El América llegó al BBVA y los superó en todos los aspectos.

Una lección desde la capital

Hoy, el fútbol regiomontano debe ser humilde y aceptar que las Águilas del América están años luz por delante. Este club no solo es el más grande de México por sus trofeos—ocho más que Tigres y 11 más que Rayados—, sino también por su capacidad para dominar momentos clave.

La región necesita aprender de los capitalinos. Es momento de invertir inteligentemente, pero también de recuperar ese ADN triunfador que siempre ha distinguido a los equipos del norte. Tanto Rayados como Tigres deben trabajar para cerrar la brecha. El reto es monumental, pero no imposible. La pregunta es: ¿cuándo veremos a Monterrey competir no solo con grandes plantillas, sino con mentalidad y entrega dignas de campeones?

Por ahora, no queda más que mirar hacia arriba. El Club América sigue marcando la pauta, y el fútbol regiomontano debe tomar nota si quiere volver a soñar con la gloria.