En esta ocasión hablaré de un objeto rodeado de misterio y que, hoy en día, sigue siendo tema de charla para algunos aficionados a los temas de misterio, me refiero al tablero ouija, el cual tiene un origen bastante peculiar.

Este aparato fue patentado en el año de 1880 por el empresario Elijah Bond, aprovechando toda la parafernalia desatada por la moda del espiritismo en el siglo XIX.

Hay que recordar que en ese siglo se vivieron varias crisis sociales a nivel mundial, mismas que afectaron la idiosincrasia de algunas personas y las llevó a refugiarse en lo esotérico o místico para escapar de las tribulaciones del mundo real.

En cierta manera, vivían un momento muy similar al actual, pues muchas personas están repitiendo los mismos patrones y errores del pasado, sobre todo en el campo ideológico y político.

La ouija no era más que una copia de tantas planchetas parlantes que se usaban desde tiempo atrás, supuestamente para comunicarse con espíritus o entidades incorpóreas. Sin embargo, se popularizó tanto que lo terminaron vendiendo en jugueterías a bajo costo. Aunque muchos no vieron esto con agrado.

A la ouija, güija o witchboard se le ha rodeado de muchas leyendas por estar directamente relacionada con la necromancia. Así es, la ouija es un instrumento de necromancia, pues era para invocar muertos; aunque los religiosos decían que se trataba de “seres oscuros”. Por ello, surgieron relatos de posesiones diabólicas y casas encantadas (infestadas) alrededor de estos mitos.

Desmitificación

Sin embargo, esta simple tabla no es más que un juguete que sirve para “jugar” con la mente de las personas por medio de la sugestión mental y movimientos físicos inconscientes. De hecho, el científico Michel Eugène Chevreul la desmitificó desde antes de ser patentada, gracias a su investigación sobre el “péndulo mágico”.

El científico francés explicó en su artículo «De la baguette», publicado en 1854, cómo las reacciones musculares involuntarias y subconscientes son responsables de los movimientos aparentemente mágicos. Descubrió como el cerebro reacciona cuando una persona sostenía las famosas “varillas de adivinación” (o “péndulo mágico”). Fue de las primeras explicaciones del “Efecto ideomotor”.  

Hay otros experimentos posteriores que la han desmitificado, como el experimento del profesor Larry Bayou; el cual demostró que si los participantes no ven la tabla ouija, no se forma ninguna palabra, refutando así la posibilidad de intervención de entidades preternaturales.

Pero, a pesar de todo esto, todavía hay pseudo-investigadores de fenómenos paranormales que la siguen usando en sus “investigaciones”. Es muy común escuchar de gente que se mete por la noche a panteones o casas abandonadas para jugar con la ouija e “invocar a los espíritus que ahí habitan”, como si un espíritu necesitara de una estructura física para habitar.

De hecho, muchos cometen la gracejada de “retar” a otros a que los acompañen por la noche a panteones para jugar con la ouija. Es lamentable el pobre nivel cultural que se maneja en este campo, pero es la cruda realidad. Estamos muy a tiempo para exigir más seriedad y objetividad a todos aquellos que se hacen llamar investigadores, de exigirles que se dejen payasadas.

No estamos negando la existencia de los fenómenos de apariencia presuntamente paranormal, lo que estamos exigiendo es que, quienes se digan investigadores, realmente se pongan a investigar, a dar soluciones y respuestas a esos casos; que los desmitifiquen, descarten o los confirmen, pero que ya no se la pasen en la mediocridad, con la incertidumbre de “usted tiene la última palabra” o “crea usted lo que considere mejor”.

Esto no es de creer, es de demostrar. Pónganse a estudiar y a trabajar, investiguen de verdad.

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