Por Héctor Medina Varalta
Guadalajara, Jalisco, México – El 2 de diciembre de 2013 Ponchito un niño de 12 años cae fulminado en el patio de la escuela. «No vi en qué instante fue cuando se desvaneció. Recuerdo que estaba con ellos a la hora de deportes y fue cuando yo me acerqué. Vi que no reaccionaba, me acerqué a uno de los chicos que fueran por la enfermera», son las declaraciones de la maestra Isabel Meléndez. La enfermera Ximena González, le tomó los signos al niño y notó que estaban muy débiles. «Estaba en la oficina y recibí la llamada. Se me hizo muy extraño pero me llamaron del colegio. No podía creerlo. No podía moverme en ese momento. No supe qué hacer», explica el papá de Poncho. Por su parte, la madre del niño, explicó: «Salí corriendo y cuando iba en el camino me volvieron a hablar. Me dijeron que se lo habían llevado al hospital y me fui directo para allá. Al llegar al hospital pregunté por él, salió un doctor y me dijo que mi hijo había muerto de un infarto. ¿Cómo puede ser que un niño de 12 años se muera de un infarto?», explicó la joven madre con la voz entrecortada por las lágrimas.
Deportistas infartados
La prestigiada presidenta de La Zona, refirió que en agosto falleció la boxeadora francesa Angelique Duchemin, que se proclamó campeona del mundo de peso pluma en mayo y de Europa en 2015, tras sufrir un infarto mientras entrenaba. Además, Duchemin pesaba muy poco.
Ahora sabemos que el ejercicio intenso también produce inflamación celular; por esa razón, es terrible poner a un niño con sobrepeso a correr, aparte que las articulaciones de sus rodillas van a sufrir bastante, pues el ejercicio no es la solución en esos niños, ya que se están infartando. Aparentemente, no tienen daño en el corazón, pues la hipertensión que padecen es silenciosa y eso provoca el infarto. A final de cuentas, lo que produce la hipertensión en el neonato, es la alimentación materna que no se vigiló, no hubo suplementación como ácidos grasos EPH, y la madre pudo tener malos hábitos alimenticios; desde la abuela se han estado heredando esos malos hábitos, y, por consecuencia, los daños, ya que nacen obesos. Sabemos que un niño que al nacer pesa más de tres kilos, va a padecer diabetes, en la etapa futura, o va a tener cáncer, ya que en la actualidad, se sabe que esta enfermedad no es cien por ciento genética; es una enfermedad que daña a las mitocondrias. Eso le sucedió a Ponchito, tenía dañadas sus células mitocondriales, pues las células tienen unas células que dan la energía, que por cierto se dañan por el estilo de vida vía inflamatoria y por el estrés de la madre, y el bebé está sufriendo-resaltó la nutrióloga.
Hay que checar la inflamación celular
El niño ya nace con placas ateromatosas- un cúmulo de colesterol en la pared de una arteria- y con peso alto. Los primeros dos años de vida son fundamentales para el bebé. Los casos de Ponchito y de Juanito como otros casos que hemos visto, la solución no es hacer más ejercicio; la causa es la Inflamación Celular. En lo particular, he atendido a niños con sobrepeso, antes de que les dé un infarto, y los he tenido con inflamación de 40, cuando lo normal para ellos es 4 o 5-subrayó la doctora Orozco. Cabe destacar que la doctora Orozco hizo mucho énfasis que en México se hacen mediciones muy antiguas, ya que se miden proteínas R activo y para diversos factores. Los padres de familia no tienen la educación de qué tienen que darles de comer a sus hijos.
El azúcar, causante de la inflamación celular
Por otra parte, la industria de los alimentos chatarra está feliz porque invierten millones de dólares para que los niños se hagan adictos a ese desastroso tipo de alimentación que ellos ven en la televisión. Tristemente, las comitivas de la mayoría de las escuelas y las directivas de gobierno están coludidas económicamente con la industria refresquera. Me refiero a los refrescos negros quienes construyen nuevas escuelas, ya que son su lugar ideal de ventas, los niños mexicanos son quienes más consumen refrescos; lo peor, es que el exceso de azúcar es el causante de la inflamación celular; la falta de ácidos grasos poliinsaturados hace que el cerebro del niño no se pueda concentrar en la escuela. Algunos sufren infartos, otros están flaquitos, pero tienen problemas para crecer. Urge concientizar a los padres de familia, pues el niño no tiene el poder económico para decidir qué va a comer o qué no va a comer, somos nosotros los padres quienes lo decidimos.
Alimentos chatarra están matando a nuestros niños
De acuerdo a la doctora Silvia Orozco Aviña, la solución para evitar este tipo de incidentes, la solución está en la educación directamente hacia la familia. Por esa razón, ella trabaja arduamente en su consultorio, como los medios de comunicación e impartiendo conferencias en los foros médicos, ya que no hay la información correcta, los niños viven en la adicción a los azúcares, se nos vende el concepto de los alimentos chatarra, no todas las madres quieren cocinar; antes de llevarlos a la escuela les ponen en la mochila galletas, jugos en envase Tetra Pack o les dan dinero para que compren papas o refrescos en la escuela. Es un círculo vicioso donde hay un interés económico muy fuerte en este tipo de alimentos chatarra que están matando a los niños mexicanos, y ahí está la prueba. Ponchito, en realidad no tenía una obesidad extrema. La gran pregunta es, ¿por qué se infartó?
Estilo de vida proinflamatorio
Nuestra entrevistada nos mostró un chaleco hecho de yeso, representando al abdomen, que lo utiliza en sus pacientes para educarlos en lo qué es la grasa. La grasa o el tejido graso es una célula que fue diseñada para defendernos contra nuestro estilo de vida y nuestro estilo de vida proinflamatorio, es decir, que la lipocito o célula grasa no es el malo de la película, sino que realmente lo que hace es atrapar la grasa tóxica proveniente de pasteles, harinas, cereales, refrescos, entre otros, porque nuestro organismo transforma esas azúcares en grasas tóxicas y estas van al tejido graso; y la función que este tiene es atrapar la grasa tóxica que viene del estrés para que no muramos. Lo que estamos viendo en nuestros niños mexicanos es que su tejido graso ya no está haciendo su función; ya no atrapa la grasa tóxica, proveniente del estilo de vida proinflamatorio. Eso fue lo que les sucedió a Ponchito y a Juanito, el niño de Perú, que tristemente los vamos a ir viendo, porque hasta que no pongamos un hasta aquí y que realmente ataquemos la raíz del problema.