La mujer en México sigue siendo cosificada por grupos con poder político-religioso que son seguidores de ideologías de odio. La siguen reduciendo a una esclava que sólo está en el mundo para servir y obedecer a su esposo, y a una máquina de hacer niños.
Hay que saber que el fundamento oculto de esa ideología «provida» es: «La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido» (Corintios 7:3-4). Por eso, en esa ideología de odio, la mujer no es una persona, es una cosa, sólo es “ganado”, y los hijos son una propiedad. Netamente son creencias neo-oscurantistas.
A pesar de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación ya despenalizó el aborto, declaró inconstitucional la falacia de la «protección de la vida desde la concepción» e invalidó la «objeción de conciencia». Pero en muchos cultos religiosos que se dicen “cristianos”, “evangélicos”, “católicos” y de Testigos de Jehova, se continúa enseñando que la mujer es inferior al hombre, incluso que es de su propiedad.
Varios políticos, mentalmente corrompidos por esas ideologías, siguen apoyando esas conductas y legislando en contra de los derechos y libertades de todas las mujeres. De hecho, el aborto sigue obstaculizado en México y sólo es permitido en pocos casos. Incluso algunos han llegado a «argumentar» que es un acto antinatural, cuando la misma vida silvestre nos permite observar que en la naturaleza las hembras abandonan, o devoran, a sus propias crías cuando no es factible tenerlas.
Toda mujer tiene el derecho a hacer con su cuerpo y con su vida sexual lo que ella desee, es su derecho y su libertad
La naturaleza no nos miente, la biología no nos miente. Pero es la gente aferrada a ideologías sesgadas, que han sido refutadas por la ciencia hace décadas, la que sigue mintiendo. Recordemos que, a mediados del siglo pasado, una persona todavía estaba «legalmente viva” mientras su corazón latiera, a pesar de que ya tuviera muerte cerebral. La ciencia aclaró a la perfección que la muerte cerebral es la muerte real, pues la conciencia muere, somos una máquina biológica y lo que nos da consciencia y personalidad es el cerebro, si este muere, ya no existe la persona. Les guste o no, así son las cosas, es la cruda realidad.
Hoy sabemos a ciencia cierta que un embrión o un cigoto, no son una persona; mucho menos un individuo. La biología no miente, un feto no es un ser humano. En el aborto ocurre lo mismo, el cigoto, el embrión o el feto en desarrollo no son un ser humano, aunque tenga 24 semanas de gestación, todavía no es un ser humano. Que la posverdad y la tergiversación basada en ideologías mitológicas les hagan creer otra cosa, es muy distinto. La realidad es que ninguna de esas etapas de desarrollo se puede hablar de un individuo ni de una persona, o de un ser humano íntegro.
Toda mujer tiene el derecho a hacer con su cuerpo y con su vida sexual lo que ella desee, es su derecho y su libertad. Ella sí es una persona, ella sí es un individuo, con conciencia y personalidad. Un embrión o un feto que están dentro de su cuerpo, y que se alimentan de ella, no lo son.
La falacia de “la vida desde la concepción” es una mentira que se sigue difundiendo en distintas agrupaciones “religiosas”. Pero nunca les dicen que antes de “la concepción” ya existe la vida. El óvulo para ser fecundado está vivo, el espermatozoide también está vivo, los dos tienen vida. Pero tampoco son un ser humano.
Otra falacia es aquella de que los hombres no podemos opinar «por no tener útero», es tan irracional como si para poder opinar sobre el cáncer primero se tuviera que haber padecido cáncer. Es un tema de perspectiva de género, nos incumbe a todos.
Querer prohibir el aborto en pleno siglo XXI es tan ilógico como querer prohibir que las mujeres tengan menstruación o que los hombres eyaculen en una masturbación. Es algo totalmente oscurantista. El sugerir encarcelar a las mujeres que, por alguna razón, lleguen a tener un aborto, es un vil atentado en contra de su humanidad misma. Es querer volver a cosificarlas y reducirlas a simples esclavas.
La obligación del gobierno es garantizar y defender todos los derechos y libertades de las mujeres, por encima de toda creencia e ideología. Merecen vivir seguras y libres, pues para eso se les está pagando a los gobernantes, para ser servidores del pueblo.
Y si la voz del pueblo es “la voz de dios», desde hace muchos años, y en repetidas veces, el pueblo ya dicho sí al aborto.
Ahí se las dejo de tarea.