El Papa Francisco, de 88 años, ha experimentado un deterioro en su estado de salud en las últimas 24 horas debido a una prolongada crisis respiratoria asmática. Según informó el Vaticano este sábado, el Pontífice ha requerido transfusiones de sangre y administración de oxígeno de alto flujo para aliviar sus dificultades respiratorias. Hospitalizado desde el 14 de febrero en el Hospital Gemelli de Roma por una neumonía bilateral, su pronóstico permanece reservado.
Los análisis médicos recientes han revelado una disminución en el recuento de plaquetas, asociada con anemia, lo que ha hecho necesarias las transfusiones sanguíneas. A pesar de que el Papa se mantiene consciente y ha pasado tiempo sentado en una silla, continúa experimentando dolor significativo. Debido a su condición, no participará en eventos públicos, incluyendo la oración dominical, por segunda semana consecutiva.
En su natal Argentina, especialmente en la comunidad de la villa 21-24 de Buenos Aires, los fieles se han unido en oración por la recuperación del Papa Francisco. Personas que lo conocieron durante su tiempo como arzobispo de Buenos Aires han expresado su afecto y esperanza por su pronta mejoría.
Ante rumores sobre una posible renuncia del Papa debido a su estado de salud, el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, ha desestimado estas especulaciones, calificándolas de «inútiles». Parolin enfatizó que la atención debe centrarse en la recuperación del Pontífice.