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La Iglesia católica se despide del Papa Francisco, quien falleció a los 88 años dejando una huella imborrable en la historia contemporánea del cristianismo. Su pontificado, que inició en marzo de 2013, transformó profundamente la figura del papado y reorientó el enfoque pastoral de la Iglesia hacia una mayor cercanía con los fieles, un compromiso firme con los pobres y una clara voluntad de reforma interna.

Francisco, nacido Jorge Mario Bergoglio en Buenos Aires, fue el primer papa latinoamericano y el primero perteneciente a la Compañía de Jesús. Su estilo sencillo, su lenguaje directo y su capacidad de conectar con personas de todas las creencias hicieron de su liderazgo uno de los más carismáticos y desafiantes de los últimos tiempos.

Un pontificado marcado por la humildad y la acción

Desde sus primeros días en el Vaticano, el Papa Francisco dio muestras de un nuevo estilo de liderazgo. Renunció a muchos de los símbolos tradicionales del poder papal, eligió vivir en la residencia de Santa Marta en lugar del Palacio Apostólico, y enfatizó el valor de la Iglesia como “hospital de campaña”, abierta a todos, sin exclusiones.

Durante su pontificado, impulsó reformas significativas dentro de la Curia Romana, buscando transparencia financiera y una mayor eficacia en la gestión interna. Afrontó con decisión la crisis de abusos sexuales en el clero, promoviendo políticas de tolerancia cero y fortaleciendo los mecanismos de denuncia y protección de menores.

También dejó un legado doctrinal importante. Encíclicas como Laudato Si’, sobre el cuidado de la casa común, y Fratelli Tutti, sobre la fraternidad universal, definieron su pensamiento social y ambiental. En el plano pastoral, promovió una Iglesia más incluyente, dialogante y cercana a los excluidos.

Un funeral sobrio, fiel a su estilo

Fiel a su estilo de vida austero, Francisco dejó claras instrucciones sobre cómo deseaba ser despedido. Su funeral será sencillo, eliminando muchos de los protocolos tradicionales. No será expuesto en catafalco, ni se realizarán ceremonias pomposas. Su cuerpo será sepultado en la Basílica de Santa María la Mayor, un lugar que frecuentaba con devoción desde el inicio de su pontificado.

La ceremonia será presidida por el decano del Colegio Cardenalicio y asistida por líderes religiosos de diversas denominaciones, en un gesto de unidad espiritual que refleja el ecumenismo que promovió durante su vida.

¿Qué sigue para la Iglesia?

Con la sede vacante, el Vaticano entra en un periodo de transición. En los próximos días se convocará al cónclave, donde los cardenales menores de 80 años se reunirán en la Capilla Sixtina para elegir al nuevo pontífice. Una particularidad de este cónclave es que la mayoría de los cardenales electores fueron nombrados por el propio Francisco, lo que podría garantizar una continuidad en la visión reformista que impulsó.

Los nombres que más suenan como posibles sucesores incluyen figuras como el cardenal filipino Luis Antonio Tagle, símbolo del ala pastoral y cercana al pueblo, y el italiano Pietro Parolin, actual secretario de Estado. También hay expectativa sobre candidaturas más conservadoras que podrían representar un giro en la dirección de la Iglesia, aunque se espera que el próximo Papa mantenga al menos parte del legado de Francisco.

Un legado que trasciende fronteras

Más allá de los confines del Vaticano, el Papa Francisco deja un impacto mundial. Su voz fue escuchada en debates sobre cambio climático, migración, desigualdad y paz. Fue un líder espiritual que no dudó en alzar la voz frente a los poderosos y en tender la mano a los más olvidados.

Su pontificado será recordado como un tiempo de misericordia, de reformas valientes, y de un retorno a las raíces evangélicas del cristianismo. Francisco no sólo fue un Papa de su tiempo, sino uno que intentó, con decisión y humanidad, preparar a la Iglesia para los tiempos por venir.

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