Debemos de recordar esto siempre: No importa quién lo diga, no importa que muchos lo digan, si no tienen evidencias sustentables, lo que ellos digan no importa. El Dióxido de Cloro no cura el SARS-CoV-2. Decir que el dióxido de cloro cura el coronavirus, es tan falso como decir que yo, a mis 45 años, me mantengo sano y fuerte gracias a los cuarzos.
A pesar de que varios personajes, oscuros y necios, que salen en distintos medios de comunicación defendiendo los supuestos beneficios del Dióxido de Cloro o “MMS”, gracias a la insistencia de muchos de nosotros, se apeló a los hechos reales y se hizo justicia, y ahora este peligroso producto ya está totalmente prohibido en México.
La COFEPRIS (Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios) dio a conocer que no ha autorizado ningún registro sanitario de medicamentos que contenga en su formulación la sustancia denominada Dióxido de Cloro, Clorito de Sodio o sus derivados, por lo que su uso representa un riesgo a la salud de las personas. No se cuenta con ningún estudio o investigación real que validen su seguridad o efectividad, ni que avalen su uso clínico.
La autoridad federal ha dado la indicación de levantar una denuncia sanitaria en dado caso de que en algún establecimiento de atención médica se ofrezca este producto como si fuera una alternativa en el tratamiento de cualquier enfermedad, así también podrá ser denunciado cualquier establecimiento que ponga a la venta dicho producto, por lo que se invita a la población a reportarlos ante esta autoridad sanitaria federal para que los responsables sean debidamente procesados. Esperemos ver muy pronto caer los primeros arrestos y sanciones por esta medida.
Como ya se ha dicho, pues está ampliamente documentado, el Dióxido de Cloro es un gas toxico que es utilizado como blanqueador en la fabricación de papel, que también se usa en el proceso de tratamiento del agua, pero al mezclarse con el agua reacciona para formar iones de clorito.
Estas sustancias químicas son altamente reactivas, y al ser ingeridas por una persona pueden llegar a provocar desde irritación en la boca, el esófago y el estómago, causando náuseas, vómito o diarrea, hasta serios trastornos cardiovasculares y renales. Por lo que no se recomienda su consumo.
Nunca han faltado los que han intentado lucrar con la ignorancia y la desesperación de las personas en estas situaciones tan críticas como las que estamos viviendo por esta pandemia, pero no debemos de dejarnos arrastrar por los trúhanes de la mistificación de estos falsos productos milagro, escudándose en pseudo-ciencia para engañar a los incautos.
No importa que un astronauta diga que existen los extraterrestres, no importa que un “vidente” diga en los medios que va a temblar o caer un asteroide en alguna parte. Si no tiene evidencias verificables, no importa lo que diga, es falso.
Que todos tengan una muy bella y desmitificante tarde.