«Borderlands», dirigida por Eli Roth, es una adaptación cinematográfica que intenta trasladar la frenética y caótica esencia del popular videojuego de Gearbox a la pantalla grande. Sin embargo, pese a contar con un elenco estelar y un universo rico en potencial, la película se queda corta, atrapada en un limbo de mediocridad que deja mucho que desear tanto a los fans del juego como a los amantes del cine de acción y ciencia ficción.
La premisa de «Borderlands» sigue el esqueleto básico del videojuego: un grupo de inadaptados, liderados por la cazarrecompensas Lilith (Cate Blanchett), se embarca en una búsqueda por el planeta Pandora para descubrir una cámara oculta que promete riquezas y poder. Sin embargo, lo que podría haber sido una emocionante historia de aventuras y descubrimientos, se ve obstaculizado por un guion que carece de coherencia y profundidad.
El guion, originalmente escrito por Craig Mazin, parece haber sufrido mutilaciones en el proceso de producción. Las supuestas intervenciones del estudio y los reshoots dirigidos por Tim Miller dejan una narrativa fracturada, donde los personajes son meros vehículos para avanzar la trama sin que se desarrollen adecuadamente. Las interacciones entre los protagonistas, que deberían haber sido el corazón de la película, carecen de la chispa necesaria para generar empatía o interés. Este problema es particularmente evidente en la relación entre Lilith y Tina Chiquitina (Ariana Greenblatt), un vínculo que, en teoría, debería haber sido el eje emocional de la historia, pero que se siente forzado y sin desarrollo.
El elenco de «Borderlands» es, sin duda, impresionante en el papel. Cate Blanchett, Kevin Hart, Jack Black, Jamie Lee Curtis, y Ariana Greenblatt son nombres que generan expectativas altas. No obstante, es evidente que incluso el talento más brillante puede verse apagado por un guion y una dirección deficientes.
Blanchett, aunque entrega una actuación comprometida, parece estar atrapada en un rol que no le permite explotar su rango actoral. Lilith, en su interpretación, se siente más como un cosplay que como un personaje vivo y auténtico. Jamie Lee Curtis, por su parte, ofrece una versión caricaturesca de Tannis, que en lugar de añadir comicidad o excentricidad al relato, simplemente desconcierta.
Jack Black, quien presta su voz a Claptrap, tiene momentos divertidos, pero el uso excesivo de moduladores de voz opaca su carisma natural, haciendo que el personaje pierda impacto. Kevin Hart, generalmente conocido por su habilidad para la comedia, parece fuera de lugar en un papel que no explota sus puntos fuertes.
wUno de los pocos aspectos que podría considerarse un acierto en «Borderlands» es su diseño de producción y la estética visual. La película captura con cierta fidelidad el estilo gráfico del videojuego, utilizando un diseño de vestuario y maquillaje que recuerda al «cel-shading» característico de la saga. Sin embargo, esta fidelidad visual no es suficiente para sostener una película que carece de una narrativa sólida.
Las escenas de acción, aunque competentes, no logran impresionar debido a su falta de innovación y a una edición que, en lugar de potenciar el ritmo, lo sabotea. Las localizaciones, como los páramos de Pandora y la ciudad de Santuario, están bien recreadas, pero no se utilizan de manera efectiva para contar la historia, haciendo que el escenario se sienta más como un decorado sin vida que como un mundo lleno de posibilidades.
Eli Roth, conocido por su trabajo en el género de terror, parece fuera de su elemento en «Borderlands». La película adolece de una falta de visión clara y una dirección inconsistente. Las interferencias del estudio y la necesidad de cumplir con las expectativas comerciales parecen haber diluido la identidad de la película, que nunca encuentra un tono definido.
La decisión de hacer la película más accesible al público con una clasificación PG-13, suavizando la violencia y el humor ácido característicos del juego, es comprensible desde un punto de vista comercial, pero termina por alienar a los fans de la saga y deja a la película sin el filo que podría haberla distinguido.
La banda sonora de «Borderlands», compuesta por Nathan Barr, cumple su función sin destacar. La música, que debería haber complementado la acción y el drama, pasa desapercibida, incapaz de elevar las escenas clave. El diseño de sonido, aunque correcto, no deja una impresión duradera, siendo un reflejo del tono general de la película: funcional, pero sin alma.
En resumen, «Borderlands» es una adaptación decepcionante que, pese a contar con todos los elementos para ser un éxito, falla en casi todos los aspectos que importan. La trama es superficial, las actuaciones están desaprovechadas, y la dirección carece de enfoque. Es una película que, en lugar de dejar una marca en el género de adaptaciones de videojuegos, se perderá en la marea de producciones olvidables.
Para los fans del videojuego, «Borderlands» no ofrece lo que prometía, y para el público en general, es simplemente una película de acción más, sin la chispa necesaria para destacar. Una verdadera lástima, considerando el potencial del material original y el talento involucrado.