Cinépolis Distribución nos trae la primera película de los hermanos Mariana y Santiago Arriaga, «A Cielo Abierto,» es un ambicioso debut que fusiona la narrativa de venganza con las complejidades del duelo juvenil. Con un guion escrito por su padre, el aclamado guionista Guillermo Arriaga, la película se centra en un grupo de adolescentes mexicanos que se embarcan en una arriesgada misión para tomar justicia por su mano tras la muerte de su padre. Este filme, que ha tenido su estreno en la sección Orizzonti del Festival de Cine de Venecia, explora un tema tan viejo como la humanidad misma: la venganza.
La historia comienza en 1993 con Salvador (interpretado por Theo Goldin) y su padre (Manolo Cardona), quienes viajan a una reunión familiar. La premisa se establece rápidamente cuando un accidente automovilístico, provocado por Lucio Estrada (Julio César Cedillo), cobra la vida del padre, dejando a Salvador marcado por el trauma. Avanzamos a 1995, donde los hermanos Fernando (Máximo Hollander) y Salvador, junto con su nueva hermanastra Paula (Federica García), deciden buscar a Estrada para confrontarlo. Este viaje, envuelto en la confusión del duelo y la juventud, plantea preguntas sobre la moralidad y las consecuencias de la venganza.
El guion, aunque presenta momentos de interés, a veces se siente sobrecargado por tramas y desarrollos predecibles. Sin embargo, su habilidad para evocar la sensación de angustia juvenil es notable. La búsqueda de los protagonistas por justicia está imbuida de una mezcla de deseo y miedo, capturando la inexperiencia de la juventud que intenta lidiar con un trauma abrumador.
Dirección, Actuaciones, Cinematografía y Música de «A cielo Abierto»
Mariana y Santiago Arriaga dirigen con una sensibilidad palpable, reflejando su comprensión de las emociones humanas complejas. Su dirección crea un ambiente íntimo y a menudo tenso, donde los personajes lidian no solo con la búsqueda de venganza, sino también con sus propios demonios internos. La relación entre los hermanos se presenta de manera realista, mostrando la tensión y la complicidad que caracteriza a la familia. Sin embargo, hay momentos en que la dirección podría beneficiarse de un mayor enfoque en la fluidez narrativa, ya que algunas transiciones parecen abruptas.
Las actuaciones son una de las mayores fortalezas de la película. Theo Goldin y Máximo Hollander ofrecen interpretaciones conmovedoras que capturan la fragilidad de sus personajes. Federica García, como Paula, aporta una dimensión interesante al conflicto, equilibrando su propio dolor con la presión de los hermanos. La química entre los actores es palpable, lo que refuerza la autenticidad de sus relaciones y la profundidad emocional del filme.
La cinematografía, a cargo de un equipo experimentado, es otro punto destacado. Los vastos paisajes del desierto de Coahuila se utilizan para simbolizar la desolación emocional de los personajes. La elección de encuadres amplios resalta la soledad y la búsqueda de los protagonistas, mientras que los primeros planos capturan la angustia en sus rostros. Sin embargo, en algunas secuencias, la iluminación puede parecer excesivamente oscura, lo que dificulta la visualización de ciertas escenas clave.
La partitura de «A Cielo Abierto,» que incluye elementos de la música de spaghetti western, complementa perfectamente el tono del filme. Las melodías evocan tanto la tensión como la nostalgia, contribuyendo a la atmósfera general de la película. Sin embargo, en algunos momentos, la música puede resultar un poco intrusiva, eclipsando las emociones naturales de las escenas.
«A Cielo Abierto» es una obra que, a pesar de sus fallos, logra resonar con su audiencia. A través de su exploración de la venganza y el duelo, se enfrenta a preguntas éticas difíciles, mostrando cómo la búsqueda de justicia puede corromper la moralidad. La película se siente, en momentos, como una reflexión sobre los efectos de la violencia en la juventud, destacando cómo el dolor puede transformar a los inocentes en cazadores.
En resumen, «A Cielo Abierto» es una película que ofrece una visión cautivadora de la juventud, la venganza y las complejidades de las relaciones familiares. Aunque puede que no sea perfecta, su honestidad emocional y las actuaciones convincentes la convierten en una experiencia cinematográfica que vale la pena. Con una narrativa que desafía a los espectadores a cuestionar sus propias percepciones sobre la justicia y la moralidad, esta película es un poderoso recordatorio de que todos estamos expuestos a los errores morales.