Terror, Balas, minas, cadáveres, crímenes de lesa humanidad y un suelo bañado con la sangre de nuestros compatriotas, son el vestigio de los más de 50 años de un conflicto interno que pronto llegará a su fin y que no era otra cosa más que la lucha por el poder producida por el ego de las partes involucradas a no dar su brazo a torcer.

Como seres humanos nunca estaremos de acuerdo y mucho menos unidos. Referente al tema de la Paz en Colombia, desde que Inició el proceso en 2012 un sin numero de colombianos han estado a favor; para muchos ellos será un triunfo, sostienen su cansancio por el conflicto que ha desangrado el país estancandolo en la pobreza  y la desigualdad, evidenciable en la totalidad de sus regiones. Otros se oponen fervorosamente al acuerdo, aludiendo que no es más que una cortina de humo para esconder los intereses de unos pocos de quienes, aseguran, no ha hecho otra cosa más que vender y regalar nuestra nación, dejando impunes las atrocidades cometidas por las FARC.

Quiero hacer énfasis en que, a mi parecer, el verdadero conflicto está enfrascado el espectro político colombiano, una guerra ideológicamente absurda que ha conllevado a desvirtuar los valores en la sociedad y ha generado enemigos invisibles por doquier. El hecho de pensar diferente en el país del sagrado corazón, etiqueta. Crea una estampa reconocible y discriminatoria. Por ejemplo, si alguien es de «izquierda» es un paria, un vago sin proyección de vida cuya pretensión es que el estado se haga cargo de sus pesares por el simple hecho de no querer salir adelante; mientras una persona de «derecha» es un corrupto, un uribista, un capitalista y un paraco. Me atrevo a decir que estas afirmaciones son curiosas, la razón es que en Colombia no existe ni un lado ni el otro, solo perseveran en ese tipo de pensamientos lo que alguna vez pretendieron no ser.

Sin embargo si alguien me preguntara sobre mi postura respecto al tema que es titular en los principales diarios del mundo; respondería  que los cabecillas de las FARC son unos delincuentes, igual que todos esos burócratas del gobierno que tienen el rabo de paja sentados alegremente en la mesa de negociación de la Habana  principalmente Juan Manuel Santos; quien a pesar de ser uno de los padres del proceso que promete un cambio radical en el futuro del país, fue ministro de defensa en la época de los falsos positivos, donde el Señor Alvaro Uribe Velez, quien encabeza la oposición al proceso de paz, es conocido como el narco 82 y fue fundador de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), era el Jefe de estado y su patrón.

Los falsos positivos fue el término utilizado cuando se descubrió que nuestra fuerza militar asesinaba a humildes ciudadanos sobre todo campesinos para posteriormente vestirlos como combatientes guerrilleros y presentarlos en las cifras oficiales de abatidos. Esto con el fin de ganar el ranking interno que tenían muchos segmentos del ejército para, así, reclamar bonos, ascensos y otras prestaciones que muy felizmente el gobierno les obsequiaba por su «excelente desempeño» en la lucha contra la insurgencia haciéndose los de la vista gorda; pero buena esa es mi humilde opinión.

No me quiero alargar el tema hablando paja, lo escribiré claro y conciso: estoy feliz y mucho por que finalmente los aires que consagraron la paz son una realidad en mi amada patria pero también soy consciente que aún es muy pronto para asegurar un triunfo sobre todo, como dice una canción de la Pestilencia, para un país que olvida pronto y jamás recuerda. Hay que ser realistas y muchos colombianos no han entendido que ratificar la firma para la tan anhelada paz es solo el inicio de un proceso que podría tardar posiblemente más de 10 años. Un sello no significa que las cosas en Colombia cambiarán de la noche a la mañana, aún queda mucha tela por cortar y todos somos actores fundamentales en la creación de una nueva nación.

¿Qué son las FARC?

En 1964 Inician Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) un grupo, según ellos, de corte izquierdista cuyos antecedentes se remontan a la época de los 40’s en el bello departamento del Tolima con la aparición de cuadrillas de ideología política similar. Su nacimiento  fue la consecuencia  de un bombardeo por parte del gobierno en un operativo conjunto con sectores de inteligencia de estados unidos, que era parte del llamado plan LASO (Latin American Security Operation), en la región autodenominada “La republica de Marquetalia” fundada por un grupo de campesinos comunistas comandados por el difunto Pedro Antonio Marín Marín mejor conocido como Manuel Marulanda.

El objetivo de este grupo era que Colombia se convirtiera en un estado socialista donde todos sus habitantes tuvieran las mismas condiciones para lograr una vida digna; pero como es de esperarse la avaricia de sus líderes y el ofrecimiento de carteles de droga los desvió de su camino en la década de los 80s (dinero fácil a cambio de favores ). Se estima que después de la caída de varias mafias del narcotráfico en los 90’s, las FARC pasaron de tener solo simples vínculos a controlar el 60% del negocio de alucinógenos conllevando a guerras estúpidas por el dominio de regiones, pasando de ser los defensores de los oprimidos colombianos a ser sus verdugos.

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