Lo siguiente es una pieza literaria libre de un autor(a) local anónimo.

Pedazo de cielo, cielo en pedazos que de mí arrancaron, promesa de luz que se oscurece.

¿Cómo olvidar el terreno en donde ya me he visto muerto?

Mil novecientos noventa y tres gusanos mordiendo mi magra carne hasta el cansancio de esa media noche que jamás expresó sentir miseria porque no le vieran completa, sino que completó lo que restaba de crepúsculo para estar satisfecha.
El pecado aquí cometido, honorable jurado, es imperdonable e inclasificable. Dios, que sólo se reconoce así mismo como tal ante los dioses de la desdicha, se ha posado en mi hombro para susurrar en mi oído una y otra vez: culpable.

¿Dónde está el chiste?, pregunté al mismo grupo de gordos sonrientes sentados de toda la vida; seguro cubriéndose de esta ventisca que me arrebata el alma, pensé, más, no sé, ni quiero saber.

¡Oh cielo en pedazos, oh pedazo de cielo!

 

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