Aokigahara: el bosque de los suicidas

aokigahara-el-bosque-que-los-japoneses-no-quieren-que-conozcas-5El turismo es una práctica que tiene múltiples motivaciones, desde la simple inquietud por conocer lugares del mundo hasta satisfacer el morbo que provocan los sitios que albergan escabrosas historias de terror. En este sentido, el bosque de Aokigahara es un paisaje que por su belleza natural se hace atractivo, pero más lo es por las historias, muchas de ellas verídicas, que han sucedido y siguen ocurriendo en esas 3 mil hectáreas ubicadas en las faldas del monte Fuji, cerca de Tokio, Japón.

El bosque se asocia a la mitología japonesa, en escritos de más de mil años, que indican que Aokigahara es un lugar maldito. La historia también señala, pero de forma exacta, que este fue un sitio ceremonial para los Samurais, escogido para hacerse el harakiri, después de ciertos actos de deshonra, debilidad o sacrificio religioso. ¿Ya van captando el atractivo turístico?, pues estamos cerca.

Entonces, ¿Qué es eso que motiva a gran cantidad de turistas, movidos por la morbosidad, a visitar este tupido y exuberante bosque? … el suicidio. Por décadas este lugar ha sido el favorito para los suicidas japoneses. Sí, cada año cientos de nipones visitan este bosque, también conocido como Jukai (mar de árboles), se sumergen en sus profundidades y terminan ahogándose. Nunca más salen a flote

aokigahara-el-bosque-que-los-japoneses-no-quieren-que-conozcas-3Respecto de las víctimas, no hay cifras totales, pero hay datos estadísticos parciales. Por ejemplo, en la década del ’50 se hallaron restos correspondientes a 500 personas, la mayoría no superaba los 30 años y la causa de muerte común había sido el suicidio. Desde 2002 en adelante, la tasa ha ido en aumento hasta la actualidad. Al ser un problema para el gobierno local, desde 1970 existe un grupo de rescate que, aparte de buscar los cadáveres (anualmente), trabaja en conjunto con la policía para evitar que potenciales suicidas atenten contra su vida. En dichas búsquedas, incluso los propios turistas encuentran diariamente cartas, vídeos, grabaciones y todo soporte que permite dejar unas palabras para los familiares. Así como cuerdas, pistolas, navajas, y otros artefactos  que sirven de arma para cometer el suicidio.

Eaokigahara-el-bosque-que-los-japoneses-no-quieren-que-conozcas-1l bosque es un laberinto de caminos y frondosos árboles que convierten a los 35 kilómetros cuadrados de superficie en un lugar propicio para perderse y no saber cómo encontrar el camino de vuelta, de ahí que muchos de los suicidas indecisos vayan dejando múltiples marcas o cintas atadas entre los árboles para poder salir de allí en caso de no llevar a cabo su propósito.

Esa gran extensión y los múltiples lugares donde esconderse hace que muchos de los cadáveres no sean encontrados hasta pasados varios años desde que se suicidaron, quedando tan solo los restos de unos cuantos huesos.

Según escritos antiguos, el bosque Aokigahara ya fue marcado como maldito a consecuencia de ser un lugar en el que, en tiempos de carestía, algunas familias habían dejado allí abandonados a sus ancianos  y a los más pequeños de la casa, al no poder mantenerlos.

aokigahara-el-bosque-que-los-japoneses-no-quieren-que-conozcas-4Esto ha propiciado que la literatura haya utilizado aquel sitio para dotarlo de un estatus de lugar siniestro, con multitud de historias que hablan de muertos y espíritus errantes, lo cual le ha conferido aún más un toque de místico y de romanticismo para ser escogido por muchos jóvenes para ser donde quitarse la vida.

Los métodos preferidos para suicidarse son los barbitúricos y el ahorcamiento,  pudiendo ver esparcidos por el bosque un gran número de botes vacios de pastillas e infinidad de cuerdas y sogas en forma de horca.

Pero en el bosque también hay un sinfín de objetos personales  de los que llegaron hasta allí y decidieron acabar con sus vidas, siendo uno el más común entre todos y se trata de un libro titulado ‘El completo manual del suicidio’, una polémica guía escrita por Wataru Tsurumi y publicada en 1993, en la que el autor señala al bosque Aokigahara como el lugar idóneo para quitarse la vida.

Supersticiones aparte, y dado el sentido de la vergüenza que caracteriza a los japoneses, si te atreves a visitar este bosque, no verás a ningún suicida en acción, y es poco probable que encuentres restos en los caminos principales. Eso sí, entras bajo tu propia cuenta y riesgo…

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