Es curioso, y triste al mismo tiempo, ver a algunos supuestos «cristianos» de distintas denominaciones aferrarse a mentiras para defender sus supuestas ideas. Esto lo hacen, según ellos, con tal de no dudar de su “fe”. Debemos de recordar que la “fe ciega” es una mentira por sí misma, que despoja a la persona de su humanidad y la cosifica con vileza.

Pero tenemos que reconocerlo, para algunos es difícil, y hasta peligroso, renunciar a una fe, debido al enorme rechazo que luego sufren por alejarse de estas doctrinas. Un ejemplo de ello son las comunidades de Testigos de Jehová. Para ellos el libre albedrío es un espejismo.

Sin embargo, el libre albedrío no es un espejismo, es una cualidad natural de todo ser humano, de la cual sólo puede ser despojado al ingresar a grupos sectarios que se dedican al adoctrinamiento sistemático y sumisión mental utilizando sofismas muy elaborados. Para ejercer el libre albedrío prudentemente, uno se debe de acercar al conocimiento del mundo real, a lo constatable y verificable; pero, sobre todo, alejarse de las creencias sesgadas.

Algunos incluso llegan a dudar del libre albedrío, púes según ellos, por esa misma razón no debería existir el adoctrinamiento infantil, pues de ese adoctrinamiento quedan residuos difíciles de identificar y eliminar.

El adoctrinamiento infantil se da porque los pequeños no tienen el conocimiento, ni la madurez racional, para diferenciar correctamente lo que es falso de lo real, lo bueno de lo malo; pero al llegar a la edad madura sí es corregible, incluso por medio de terapia psicológica. Sólo por mencionar un ejemplo, hay muchos casos de exalumnos de colegios religiosos que ahora son felices y sanos agnósticos en su vida adulta.

Creer ciegamente en los «libros divinos», escritos por simples humanos, como si se tratara de un dios, erosiona el razonamiento y nubla la empatía natural. La fe ciega no es ninguna virtud, todo lo contrario, es una idea irracional e irresponsable que debemos erradicar para el bienestar de la sociedad.

Debemos de recordar que, hoy en día, todavía existen agrupaciones político-religiosas que se dedican a promover ideas de odio en contra de la comunidad LGBT y en contra de las mujeres, porque las libertades y derechos de estos grupos de ciudadanos choca con sus ideologías religiosas.

Y algo que nos han enseñado los hechos recientes en todo el mundo es lo siguiente: Si tus creencias religiosas te hacen odiar y despreciar a las personas que son distintas a ti, que no cuadran con esas creencias, entonces tu dios no existe.

Porque si “la palabra” de un supuesto dios en lugar de generar paz y amor, genera odio y rencor en el corazón de sus más fieles seguidores en contra otros ajenos a sus ideales, entonces su palabra no es divina, ni tampoco es un dios; en realidad sólo es simple mitología, que necesita ser creída para ser “cierta”.

No podemos permitir que creencias mitológicas sometan las leyes, mucho menos que censuren las libertades y derechos humanos. Se supone que la Edad Media y el Oscurantismo ya lo habíamos dejado en el pasado. Es vergonzoso que falsos movimientos “próvida” promuevan el odio de género y atenten contra la libertad de las mujeres.

Ahí se los dejo de tarea.

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